Luego de darle muchas vueltas al asunto, decidí ir al dentista para que me retire la terceras molares del lado derecho -más conocidas como las muelas del juicio-, estuve trabajando durante 9 meses para adquirir una computadora, pero finalmente opté por ponerme brackets, años atrás había tenido las mismas intenciones y me terminé arrepintiendo, por el costo que representaba extraerme las terceras molares, con ellas en esa posición, el tratamiento dental no podría dar inicio.

En marzo de este año, la tercera molar inferior del lado izquierdo comenzó a salir, con mi primer salario en el bolsillo fui a un dentista para que eliminara aquella dolencia, luego de 10 días pude decir que estaba mejor, pero mi trabajo me había llevado lejos de casa y más lejos del consultorio por lo que, permanecí casi 18 días con un hilo en la boca que no me dejaba comer tranquilo.

El siguiente paso era curar mis dientes, tenía caries así que pagué de inmediato para que el odontólogo, cual sicario, los elimine, sin embargo, parece que una no lo gustó mucho la idea así que se quedó molestando, lo que me impedía masticar, fui al dentista, pulió el diente, siguió doliendo, volví a ir, él repitió el tratamiento, seguía doliendo y como que a la tercera pulida, la caries inexistente, decidió generar una especie de inflamación sutil en el lado derecho de mi boca -sensibilidad-, fui nuevamente al densita, bastante molesto, yo quería que me curen una caries no que me inhabiliten de comer por un costado, me recomendó un enjuague, que mejoró la sensibilidad, pero, el dolor sigue presente, luego de una radiografía donde no encontró nada, me comentó que puede que, la tercera molar -la del otro lado- esté empujando los dientes y eso genere el dolor, concreté entonces una cita para la extracción de ambas muelas.

La primera vez que realizó el procedimiento me sentí estafado, la molar superior salió bastante rápido, solo necesito un alicate y mucha presión, sin embargo, todo el trabajo en la inferior cambió mi perspectiva, ¡bien pagado!, por supuesto el dolor fue terrible y llegué a esta extracción, nervioso, Hugo, el dentista, lo notó, intentó tranquilizarme y me tapó la cara con un paño para que no vea el procedimiento -en la primera vez no lo hizo.

Nuevamente me retiró la tercera molar superior muy rápido y luego empezó con la inferior, algunos problemas se presentaron. El primero, mi boca no es tan grande como le hubiera gustado, así que sufría cortando el diente y yo permitiéndolo, el diente estaba en una posición incómoda, por lo que se le hacía difícil acceder con la fresa, el motor encargado de la succión de saliva y sangre se averió, por lo que tuvo que traer otro y la presión de su maquina pulverizadora no era constante, sin embargo, seguíamos.

Pidió a su asistente cancelar todas sus citas y con mi boca con una herida abierta y más anestesiado que despierto, decidió llevarme a un centro de radiografías, quería saber por qué razón mi diente se resistía a salir, él lo intuía, por lo que llamó a otra odontóloga, una mucho más ducha, la esperamos largo rato y al aparecer, volvimos a operar.

La odontóloga se volvió a enfrentar con el problema de mi boca no tan grande como ella quisiera, con la fresa con potencia irregular, con el succionador deteriorado y con más situaciones que la hacían enojarse, cada tanto soplaba, tomaba aire, respiraba fuerte.

Hugo, pide constantemente el apoyo de Georgeli, su asistente, que es eso, una asistente y aprende en cada intervención, es la encargada de alcanzarle las cosas y apoya con lo necesario, en este aprendizaje, muchas veces falla, por lo que la incomodidad de Hugo se hace presente, sin embargo, ahora a él, le tocaba ser el asistente de Cintya.

Cintya, mostraba su incomodidad, conmigo, con él, y hasta con Georgeli, pidió nuevos instrumentos, renegó del tipo de fresa con la que contaba ese consultorio, pidió nuevas jeringas, y más herramientas que ella sabe usar, pero que Hugo no utiliza, explicando así por qué no cuenta con ellas.

Me hicieron firmar un documento, esos donde los que operan se libran de la responsabilidad si es que algo malo ocurre, dando inicio a la segunda parte de la extracción.

La tercera molar estaba muy ligada al nervio por lo cual la operación requería sutileza, dejar el nervio intacto destruyendo el diente, pero impidiendo que el diente deje alguna partícula dentro de la encía, el diente no podía quebrarse como le hubiera gustado a Hugo y el diente no podía ser extraído completo como me hubiese gustado.

Cintya perdía la paciencia, era notorio, me lo decía, me asustaba con lo de “si no se puedes abrir la boca pararemos”, le incomodaba ver tanta sangre, como no, si hace algunas horas me habían retirado un diente, le disgusta que la máquina que se suponía debía limpiar la sangre vaya tan lenta, improvisó una nueva boquilla, pero no estaba conforme, quería agujas rosadas en vez de las clásicas azules, lo peor de todo es que ya había empezado y había logrado sacar un poco, por lo que parar no era una opción.

Preguntó cuánto tiempo estaba en aquella sala, se sorprendió al saber que ya habían pasado 3 horas, comentó que el paciente se cansa y que ella en estos momentos cargaba las consecuencias, se quiso rendir muchas veces, pero seguía, enojada conmigo, con Hugo y con su lumbalgia.

Cuando fue a buscar un instrumento, Hugo me dijo que había que entenderla, que había que entender a todas las mujeres, me solicitó que le hiciera caso en todo, si Cintya se rendía, quedaba limpiar la herida e ir a una clínica a que terminen el trabajo, donde puedan dormirme y muevan las piezas con delicadeza, sabiendo que mi lengua no los molestaría.

Se notaba la tensión en la sala, Georgeli había ido a la farmacia en búsqueda de las agujas rosada, antes regresaba a Venezuela, que volvía sin esas agujas, yo sentía como una parte del diente se movía en mi encía, la doctora seguía quejándose de su suerte al encontrarse conmigo -como cualquier otra ex pareja que he tenido- mientras, miraba celeste, porque, con lo que me taparon la cara era celeste.

Mientras movían aquella pieza pensé en por qué tengo tan mala suerte y por qué, terminé sucumbiendo al estereotipo de los dientes alineados y perfectos, por qué no puedo aceptarme tal como soy y por qué mierda, una curación terminó un dolor y luego generando sensibilidad y ahora en una operación tan compleja.

Antes del regreso de Georgeli, la doctora logró separar el nervio de la muela y por fin, retirarla, “salió, salió”, dijo y tanto Hugo como yo respiramos aliviados, “hemos aprendido mucho hoy” terminó diciendo aliviada.

No quería ir a emergencias, no quería ser dormido, no quería irme con medio diente incrustado a ningún lado, y no quería entrar a un consultorio temprano por la mañana para una extracción y terminar completamente inconsciente en una clínica -como el meme noticia de “Entró por una infección al estómago y salió ciego”.

No sé si lo que decía Cintya es cierto -lo de terminar en la clínica y eso-, pero me parecería cruel intentar asustarme de esa manera porque finalmente, sigo asustado, tampoco sé si se llama Cintya, de lo que estoy seguro es del dolor que tengo ahora y que experimentaré los próximos días.

Veremos si tengo suerte con los brakets.